Trabajo, estereotipos e identidad, tres conceptos que se encuentran íntimamente relacionados en nuestra sociedad actual, siendo el trabajo, la actividad que realizan las personas como deber, la identidad, la forma de ser en el mundo, que se construye también en sociedad, y los estereotipos, esas creencias que se tiene sobre los atributos de personas o grupos, que generalmente no corresponde con la realidad. El trabajo termina siendo parte de lo que somos y hay algunos estereotipos que terminan formando parte de la identidad.

La construcción de la identidad como mujeres está plagada de estereotipos de género que ejercen una presión social sobre lo que los demás esperan de nosotras. Los anuncios publicitarios sexistas, los mitos del amor romántico que perpetúan las princesas clásicas de Disney y en general las posibilidades de desarrollo en la que se encasilla a la mujeres “madres, santas y putas”, son ejemplos claros de este fenómeno, y estos, desde el estereotipo, alimentan los sectores laborales y produciendo así naturalización del determinismo laboral y de vida en función al género, segregando a la mujer a lo doméstico y el hombre al mayor poder adquisitivo. Por último, es indispensable para las mujeres en la actualidad el cuestionamiento de estos estereotipos, planteando nuevas feminidades y masculinidades, puesto que desde la misma identidad se pueden cambiar los estereotipos y esta crítica puede llegar al trabajo, que es en parte lo que busca el feminismo.